Cuando comencé a jugar a Limbo, un juego que esperaba desde hace tiempo, tan solo pensé que es algo que merece la pena tan solo probar, con sólo eso nos damos cuenta que estamos ante algo único, diferente y original, una obra de autor merecedora de ser jugada, una pequeña gran joya a la que no le afectará el paso de los años.
Al comenzar a dar mis primeros pasitos por el juego creado por Playdead, no pude evitar recordar las sensaciones que me dió Braid, otro título «indie» que apareció por estas fechas en el XLA allá por 2008, un peculiar título de puzzles y plataformas en 2D que encandiló a muchos usuarios y convenció unánimemente a la crítica. Limbo se basa en eso mismo, en mezclar puzzles y plataformas de forma majistral, pero su propuesta es radicálmente distinta, podríamos incluso decir que Limbo es el némesis de Braid. Si en Braid destacaba por su colorido y su estética entrañable, además de una alegre banda sonora, Limbo muestra su peculiar mundo de manera monocromática, su estética es también entrañable, tremendamente macabra, pero entrañable al fin y al cabo, carece de banda sonora, simplemente escucharemos el inquietante sonido ambiental o únicamente los pasos de nuestro protagonista.
Limbo comienza con el personaje al que encarnamos, un niño de aspecto frágil, despertandose en un siniestro bosque, no sabemos quién es o qué está haciendo ahí, solo que tiene que avanzar a toda costa. Al adentrarnos en la espesura del bosque, descubrimos que todo lo que habita en él quiere matarnos, desde una araña gigante, a trampas para osos o unos niños muy cabrones siniestros que harán todo lo posible para evitar que avancemos.
La jugabilidad es sencilla pero tremendamente efectiva, simplemente usaremos el botón A para saltar y el botón X para interactuar con los objetos, desde cajas y palancas, hasta cadáveres de niños, sí, habéis leído bien, usaremos los cuerpos sin vida de esas personitas por cruel que parezca para poder seguir nuestro camino. Debemos usar nuestra habilidad en unos casos, nuestra inteligencia en otros o ambas cosas más de una vez para superar los puzzles que se nos plantean, moriremos en incontables ocasiones de las formas más truculentas que podáis imaginar, dejándonos boquiabiertos las primeras veces y con alguna que otra sonrisa macabra más adelante, nuestro querido protagonista morirá empalado, decapitado, desmembrado, acribillado a balazos o simplemente se ahogará. Según sus creadores se trata de un «try & dead», los desafíos propuestos no están exentos de dificultad, la justa y necesaria para que no decaiga el ritmo de la aventura, si se nos resiste alguna zona, deberemos fijarnos bien en pequeños detalles que nos indicarán la forma de poder seguir adelante.
El juego está dividido en dos zonas bien diferenciadas, el bosque y la zona industrial. El bosque donde comenzamos, parece sacado de las mejores pesadillas de Tim Burton, sin llegar a ser tan onírico como las obras de este director, tiene una estética siniestra y esa angustiosa espiritualidad que desprende que nos proporciona, sin duda, los mejores momentos del juego, simplemente vale la pena pararnos a observar los detalles y los fondos de cada escenario y apreciar el mimo con el que se han llevado a cabo, genial sin lugar a dudas. La zona industrial, pese a que también está muy lograda, no llega a producir las mismas sensaciones que el bosque, ya sea por la ausencia de vida, esa sensación de deshumanización o porque se aumenta y profundiza en mayor medida la importancia y la dificultad de los puzzles y, aunque no mucho, el juego se resiente y pierde algo de la magia con la que veníamos de la zona anterior.
Limbo, pese a no contar con diálogo alguno y una aparente falta de trama, produce multitud de emociones y envuelve al jugador las 4 o 5 horas que dura la aventura, para terminar volviendo a sorprender con un intrincado final, que deja una extraña pero satisfactoria sensación y hace pensar al jugador que hay algo más de lo que parece detrás de Limbo.
La duración puede parecer excesivamente corta, pero el juego parece estar pensado para jugarlo de una tacada, para coger el mando una noche y no soltarlo hasta ver los créditos, en mi humilde opinión la duración es la adecuada, ya que de alargar la vida del título podría decaer aún más su ritmo e incluso hacerse repetitivo, o quizá no, nunca lo sabremos.
Y por fin llegamos a la gran pega de Limbo, su precio, 1200 Microsoft Points (15€ aprox.). Es el precio de salida de las grandes novedades en XLA, puede parecer una cifra elevada y más si tenemos en cuenta que otras joyas no tan recientes del arcade como el mismísimo Braid están a un precio de 800M$, pero creo que estamos ante un título que sin duda nos dejará mejor sabor de boca que muchos títulos por los que pagamos 60/70€ y no se acercan ni a las 10 horas.