
Alrededor de 36.000 prisioneros de las cárceles de Inglaterra se les permite poseer consola de videojuegos. Esta cantidad significa un tercio de los reclusos de Inglaterra y Gales, según el periódico online Independent.ie.
El ministro de justicia Crispin Blunt expresaba que los prisioneros en cuestión son “candidatos que han demostrado un buen comportamiento”, pero recalcaba que no se había destinado dinero público para financiar este pasatiempo.
«Desde el 23 de julio de 2008, ningún fondo público se ha utilizado para comprarles consolas a prisioneros adultos, debe ser el propio prisionero, su família o amigos quienes lo hagan», decía.
Philip Davies, funcionario de prisiones en Shipley, reaccionaba con desagrado ante esta noticia, manifestando: «Esto evidencía que las prisiones de hoy en día son más un resort vacacional que un lugar de castigo. La prisión debería ser una penitencia por cometer delitos graves o reincidentes. Cualquiera que conozca la realidad sabrá ver que el sistema penitenciario ha perdido completamente de vista su propósito, que no es otro que el de castigar e intentar rehabilitar a los presidiarios.»
Según una auditoría de 2008, en las prisiones inglesas se encontraron 12.948 consolas de videojuegos en prisiones y centros correccionales de menores valoradas en 260.000 €, financiadas con dinero de los contribuyentes. Informes más recientes sugieren que las consolas de la presente generación han sido prohibidas despues de demostrarse que podían ser usadas para coordinar ataques tales como motines y agresiones.